Los Orígenes de la Cuestión Social: factores económicos y sociales iban a provocar en Chile, después de la Guerra del Pacífico, problemas que hasta entonces no había encarado: el aumento de la población, el desarrollo industrial y la incorporación de la provincia de Tarapacá a la soberanía nacional y con ella el monopolio de la industria salitrera, daría origen a cuestiones llamadas a modificar profundamente la estructura social. No escapó al interés de los pensadores y los sociólogos estudiar las causas que contribuían a mantener vivos factores de descomposición y descontento, y uno de los primeros en abordarlo fue Augusto Orrego Luco, quien en unos artículos en el diario LA PATRIA de Valparaíso, en 1884, señaló las causas de la formación del proletariado, entre las cuales veía sólo la consecuencia del inquilinaje de nuestros campos y la emigración campo- ciudad.
Ante la situación amenazadora y grave que se presentaba, concluía en que era indispensable establecer nuevas condiciones económicas y morales, proponiendo, desde luego, como impostergable, el mejoramiento del salario de los trabajadores. Sostenía que la "cuestión social" había hecho su sombría y tremenda aparición antes de la guerra del Pacífico por falta de previsión.
Pasaron desde entonces cerca de veinte años antes que el descontento popular se introdujera en manifestaciones amenazadoras, de carácter subversivo, con atentados contra la propiedad, hasta que la huelga de los obreros de la Compañía Sudamericana de Vapores, ocurrida en Valparaíso el año 1903 y reprimida violentamente, reveló a los poderes públicos la necesidad de encarar un estado de cosas cuya solución no admitía demoras.
Ante la situación amenazadora y grave que se presentaba, concluía en que era indispensable establecer nuevas condiciones económicas y morales, proponiendo, desde luego, como impostergable, el mejoramiento del salario de los trabajadores. Sostenía que la "cuestión social" había hecho su sombría y tremenda aparición antes de la guerra del Pacífico por falta de previsión.
Pasaron desde entonces cerca de veinte años antes que el descontento popular se introdujera en manifestaciones amenazadoras, de carácter subversivo, con atentados contra la propiedad, hasta que la huelga de los obreros de la Compañía Sudamericana de Vapores, ocurrida en Valparaíso el año 1903 y reprimida violentamente, reveló a los poderes públicos la necesidad de encarar un estado de cosas cuya solución no admitía demoras.
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